Las bufandas Omaguaca

La Quebrada de Humahuaca fue declarada en el 2003 Patrimonio de la Humanidad en la Categoría Paisaje Universal  por la UNESCO.
Omaguacas o humahuacas (850 d.C. hasta fines de siglo XV, en el que se inicia la penetración Inca) es el nombre que se les da a las comunidades que habitaban la región. Eran agricultores que conocían el riego artificial y dominaban también la alfarería, la metalurgia y los tejidos.
El hecho de vivir en una zona de paso, hizo que recibieran todo tipo de influencias, por lo cual es poco lo que se sabe de está cultura en estado original; casi todo lo que conocemos hoy está fuertemente influenciado por el Imperio Incaico.
Un ejemplo de lo que hacían son las calabazas pintadas que utilizaban para comer y beber. Las  solían decorar con guardas geométricas (influencia incaica) y figuras animales como el suri  en variadas y divertidas posturas.
Más allá del significado que tenia el suri para las culturas del noreoeste argentino en general, creo que quedaron muy simpáticos en estás bufandas infantiles.




El señor de Sipán

En 1987 en la costa norte de Perú encontraron la tumba de un hombre de unos 30 años sepultado en un ataúd de madera junto a un montón de ofrendas de metales preciosos y tejidos.  Era el Señor de Sipán miembro de le élite de la cultura Moche (siglo III d.c.). La importancia del hallazgo de este enterramiento es que estaba intacto, milagrosamente no había sido saqueado.
Los tejidos encontrados, unos 60, están realizados en diferentes técnicas: tejidos llanos con adornos en metal, sargas y gazas.
La gaza es una técnica que da como resultado un tejido calado y liviano, casi como un encaje.
Así que cuando vi la gaza del Señor de Sipán (en un libro, no los tejidos de verdad) me gustó tanto que  decidí usarla en unos chales de verano .
Así quedaron......



El inicio: Lalén Kuzé

"Un día, una chiquilla lavaba mote en el río, llegó un viejo y se la robó: se la llevó para sus tierras. Se casó el viejo con la chiquilla. Dicen que le dijo: “Me voy para la Argentina, cuando vuelva yo, me tienes que tener toda esta lana hilada”. Se fue el hombre y la niña quedó llorando, “cuando sabía hilar” llorando allegadita al fogón y en eso choñoiwe kuzé, el fuego vieja, le habló: “No tienes para que afligirte tanto, yo voy a llamar a Lalén Kuzé para que te ayude”. Al ratito apareció, bajando por el fogón, la araña vieja y le dijo a la chiquilla: “tienes que hacerlo como yo, miramé y aprenderás a hilar”. Así que pasaron los días, cuando llegó el hombre las lanas estaban hiladas. Lalén Kuzé todas las noches fue a ayudar a la niña y juntas terminaron el trabajo".
Esta es una de las leyendas mapuches que cuenta el origen del hilado y el tejido .
Lalén Kuzé, la araña vieja, es quién enseña a tejer y se dice que antiguamente a las niñas se les frotaban las manos con arañitas pequeñas para que se conviertan en buenas tejedoras.
Yo no recibí en sueños a Lalén Kuzé, ni me frotaron las manos con arañitas (eso espero!), pero tuve como maestra a un excelente artista textil que me inició hace muchos años ya en el camino de las técnicas textiles precolombinas.

De la araña vieja, Lalén Kuzé, tomé el nombre y de la materia prima, el apellido, lana.
Así nace, y no es una leyenda, lalendelana.